lunes, 29 de marzo de 2010

Sexto Curso

Aquí reproduzco el orden de nuestros pupitres:

Ventanas                                                                           Armario

Rocío                 Rosarito           Azucena                Zaida

María Rosa      Gladys              Rosa Amalia         Maria Eugenia

Lourdes            Marilú               Enma                      Ana Lucía

Lastenia           Anita

Victoria            Clara                                                  Puerta

La clase estaba en el sector que tradicionalmente era de la comunidad religiosa. Solo se nos permitía subir las gradas (anchas y de tablones gruesos) y caminar derecho a nuestra clase. El resto de ese sector del edificio era un misterio. Las paredes eran gruesísimas, alrededor de 70-75 centímetros, suficiente para empotrar un closet enorme en el cual podíamos escondernos todas las 8 alumnas de "bachillerato" (humanidades) y, naturalmente, alguna vez lo hicimos. Las dos más pequeñas cabían bien en los anaqueles horizontales y el resto de pie, detrás de la puerta. En la mentada ocasión casi le causamos un ataque a la monjita que enseñaba matemáticas al desaparecer y luego volver a aparecer todas angelicales, con caras serias y de niñas buenas, como si nada, mientras ella se desesperaba sin saber que nos había sucedido. Ella había ido a buscar ayuda de otras monjas, pasmada por la extraña desaparición de todo el grupo que había vuelto a la normalidad cuando ella regresó con refuerzos. De seguro que la creyeron un poco confundida y peor al ir con una historia de desaparición semejante.

Me acuerdo unas tardes lluviosas, oscuras, y heladas, con esa lluvia triste y fría como solo he experimentado en Cuenca por su altura. Todas nos sentábamos muy juntitas dentro del espacio de una ventana a contar y escuchar cuentos "de miedos." El contenido de las historias es borroso, pero tendré que obtenerlas de alguna que si se acuerde. Existía una sensación de hermandad, de protección mutua y de saber con seguridad que esos momentos serian únicos, porque nuestra permanencia en el colegio estaba ya próxima a terminar.

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