lunes, 14 de mayo de 2012

Flores y espinos

Cuando pienso me sorprende el número y variedad de las ceremonias que las monjas establecían para dar significado a ciertas fechas. Mayo y junio era especiales. Los ritos de primavera deben haber estado en la sangre de las monjas francesas, o los del casi verano del hemisferio norte.

La coronación de la Virgen era un evento. Las ofertas de flores (blancas, si no se había cometido ninguna falta), or rosadas (si algo manchaba la conciencia). Y nuestra conciencia era muy sensible, era como si alguien pudiera leernos el pensamiento y descubrir que no decíamos la verdad, de modo que este sistema basado en el "honor" o la autocrítica funcionaba casi siempre (siempre, también hay excepciones).

El mismo proceso se aplicaba en junio cuando por las mismas razones se nos permitía retirar un espino larguísimo de un corazón (el Corazón de Jesús). Esto me parece un tanto tétrico y morbooso, pero tenía el efecto deseado en la mente de adolescentes creyentes y devotas, y con mucho miedo al más allá.

Estas fechas daban organización al año y a la vida.  Eran algo que esperábamos y que nos llenaba de emoción. Informaron una tradición que aún tanto tiempo más tarde permanece grabada en la memoria.