domingo, 9 de octubre de 2022

Maria Rosa Crespo Cordero

    Nos conocimos hace 73 años en el segundo grado de la escuela de las Catalinas. Luego nos volvimos a encontrar en los Sagrados Corazones, y continuamos de compañeras de estudios en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Cuenca. Fue la amiga con la que caminé muchas veces de la escuela y la universidad a la casa, día tras día, y la caminata se hizo mas amena y corta para todo lo que teníamos que conversar.

    Maria Rosa fue una mujer muy especial. Diferente. Inteligente y con lo que eran aún raros intereses intelectuales en la mujer de Cuenca a mediados del siglo XX. Fuimos parte de un tiempo en que solamente el 10% del alumnado de la universidad eran mujeres. Creo que nuestra generación abrió el camino y sirvió de ejemplo para que en  las siguientes las mujeres concurrieran a los estudio superiores en mayor número y optaran por una variedad de carreras.  Maria Rosa cultivó a esas nuevas generaciones desde la cátedra.  Testifican esa inmensa labor las incontables notas suscritas.por quienes fueron sus alumnos

    Para mí, María Rosa fue la amiga divertida, de mil maneras distintas: compartimos y nos recomendarnos mutuamente nuestros autores favoritos; una vez atendí unas clases de cocina que impartía ella; y muy recientemente, a media noche, me llamaba e intercambiábamos notas por Messenger sobre arte y asuntos culturales. Esto aparte de las reuniones de “jorga” con las deliciosas galletas y pan de casa hecho por ella, con sus ideas originales y entretenidas, y las conversaciones interminables…..! Y las risas sin sentido!

Hemos mantenido una amistad entrañable con el grupo de compañeras que cubre más de siete décadas. La amistad ha perdurado a pesar de las distancias geográficas y el tiempo que muchas veces transcurría sin vernos. Más que amigas, hemos llegado a ser como las hermanas que elegimos nosotras mismas. Ahora despedimos a una de nosotras y la despedida es muy penosa, en parte porque nos recuerda nuestra propia mortalidad, y en parte porque es difícil aceptar que no veremos más a alguien que fue parte de nuestras vidas y contribuyó a llenarlas de momentos gratos, de risas, de alegría, de cariño sincero, de todo lo mejor que las relaciones humanas pueden representar.

Adios, querida Maria Rosa!  Descansa en paz. Siempre estarás en nuestros recuerdos y nuestros afectos. 

jueves, 1 de julio de 2021

El Edificio del Colegio

 ¡Qué bonito era el edificio del colegio! Viejo, enorme y muy hermoso.  Una ciudadela completa dentro de sus muros, una parcela campestre al borde de la ciudad que avanzaba y se extendía sin parar. Una placa que indicaba que era posesión francesa estaba junto a la puerta principal y predicaba el hecho de que se ingresaba en un mundo distinto, y en realidad lo era.

Los salones de clases eran asignados en función al tamaño de la clase.  La nuestra era pequeña, tal vez de unas 22 alumnas en primer curso, cuando varias estudiantes de Loja vinieron como internas, y luego entre 18, y al fin 16 y 15. De modo que siempre nos tocaban cuartos asimismo pequeños, pero acogedores y algunos llenos de ventanas y de luz.

Creo que primero y segundo cursos fueron en la parte baja. Luego el tercero y cuarto en la parte superior con vista al río, el quinto en el extremo opuesto, y finalmente el último en la parte más  antigua del edificio, cerca de las monjas. 

Los salones de clases eran asignados en función al tamaño de la clase.  La nuestra era pequeña, tal vez de unas 22 alumnas en primero curso, cuando varias estudiantes de Loja vinieron como internas, y luego entre 18 y al fin 16 y 15. De modo que siempre nos tocaban cuartos asimismo pequeños, pero acogedores y algunos llenos de ventanas y de luz.

El patio rodeado de gruesos pilares de madera de roble y empedrado con adoquines era el centro de acción.  Siempre limpio todo y bien mantenido. El comedor de las internas ocupaba el primer piso.  En el segundo estaba el salón de actos, junto a los pequeños cuartos, casi cubículos, dedicados a la práctica de la música.  En el tercero estaba el dormitorio de las internas, y un par de salones de clase..  Tuvimos suerte que nunca se dió algo como un incendio, pues era una estructura de madera, ubicada a un lado del patio. Los otros tres lados eran estructuras de dos pisos, en adobe, y contenian las viviendas de las monjas.

Siempre tuve una intensa curiosidad por los sectores que nos estaban vedados, como los cuartos de las monjas, y el sector de las "donadas," o lavandería y, me imagino, plancheador. Tenían un aura de misterio como todo lo prohibido, como las vidas mismas de estas mujeres que habían dedicado su existencia completa a la vida religiosa y de servicio.  Nunca se me ocurrió que algunas de ellas eran quizá solo unos pocos años mayores a mi, o que alguna vez fueron niñas traviesas y alegres, con planes e ilusiones, y que detrás del hábito se escondían sentimientos, ansiedades y deseos totalmente humanos. Esto lo pensé muchísimo tiempo después.

Los Exámenes y las "Tesis"

 

Cuando mis estudios me trajeron al sistema de "semestres" de cuatro meses y medio (ahora son más cortos), estos me parecieron interminables. Estaba acostumbrada a los "trimestres" de casi tres meses, y hay aún que descontar las casi dos semanas de exámenes y las vacaciones de Navidad, Semana Santa, fiestas patrias, etc. Lo que no eché de menos fueron los finales con sus elaboradas tesis que requerían horas de trabajo, copiando y re-copiando textos y notas en un cierto orden de acuerdo a los títulos y subtítulos de  los temas establecidos por cada profesor. Me imagino que esa era la ley de educación secundaria imperante en aquel momento en todo el país.

¡La de cuadernos que llené y las horas nocturnas que dediqué a esas tesis! Y luego a estudiar las 14 o 15 materias del bachillerato … Por cierto que sí aprendí autodisciplina, y concentración en una tarea.  Todo eso aparte de  una educación muy sólida que me ha servido bien durante toda la vida.

Los exámenes finales eran orales, con la presencia de un profesor, "delegado," y el sorteo de la tesis que debía ser cubierta en detalle  con algunas preguntas de parte del profesor o delegado. Pensándolo bien, el sistema era bastante dificultoso, y un tanto "elitista."  

domingo, 28 de abril de 2013

Ana Lucía Carvallo Estrella de Valdez


En Facebook, by Clara Vintimilla Borrero

REQUIEM PARA UNA AMIGA.. 

Como quisiera este momento volver el tiempo y recorrer la entrada del colegio, con el grupo de compañeras y amigas del alma, riendo a carcajadas, hablando a gritos, y sobre todo volver a ver a alguien muy especial, por su alegría, su sentido del humor y esa risa contagiosa que resonaba sin control, Como recuerdo ese estribillo pegajoso y alegre "Me dicen buenamoza y yo no se porque".... Con esa canción y su sonrisa entraba al colegio Ana Lucía Carvallo Estrella,, la amiga querida , cariñosa, leal, sincera, la que nos hacia rabiar cuando organizábamos los bailes y nos amenazaba con que no iba a ir, ni sus amigos tampoco ,porque ella teniá que estudiar, y luego su risa, escondiendo la cara bajo la tapa del pupitre . 

!Como disfrutamos Amiga de esa época dorada , sin grandes nubarrones, nuestra amistad fué y siguió siendo muy fuerte a pesar de que la vida nos llevó por diferentes rumbos, pero tú siempre estabas presente, y tu jorga tambíen estuvo en tu corazón. Ahora emprendes el viaje sin retorno, te adelantaste para estar allá esperando que vayamos llegando para recibirnos con tu sonrisa pícara y reirte a carcajadas cuando nos saludes y nos digas "Hola chicas , que gusto de verles". Chao Amiga, un abrazo y que Dios y todos los seres queridos que se fueron antes te reciban con los brazos abiertos, y recibas el premio eterno por todos los sufrimientos y penas que tuviste que afrontar. Descansa en paz Hermana, y vela por tus compañeras que te quisieron mucho. 

Con todo cariño 

Clara.


lunes, 14 de mayo de 2012

Flores y espinos

Cuando pienso me sorprende el número y variedad de las ceremonias que las monjas establecían para dar significado a ciertas fechas. Mayo y junio era especiales. Los ritos de primavera deben haber estado en la sangre de las monjas francesas, o los del casi verano del hemisferio norte.

La coronación de la Virgen era un evento. Las ofertas de flores (blancas, si no se había cometido ninguna falta), or rosadas (si algo manchaba la conciencia). Y nuestra conciencia era muy sensible, era como si alguien pudiera leernos el pensamiento y descubrir que no decíamos la verdad, de modo que este sistema basado en el "honor" o la autocrítica funcionaba casi siempre (siempre, también hay excepciones).

El mismo proceso se aplicaba en junio cuando por las mismas razones se nos permitía retirar un espino larguísimo de un corazón (el Corazón de Jesús). Esto me parece un tanto tétrico y morbooso, pero tenía el efecto deseado en la mente de adolescentes creyentes y devotas, y con mucho miedo al más allá.

Estas fechas daban organización al año y a la vida.  Eran algo que esperábamos y que nos llenaba de emoción. Informaron una tradición que aún tanto tiempo más tarde permanece grabada en la memoria.

miércoles, 30 de junio de 2010

Las exposiciones

Subtítulo: Donde nuestras madres se lucían

Casi todas tuvimos el privilegio de tener madres hábiles en el bordado, tejido, crochet, y más labores de mano. ¡Y cómo se lucían en las exhibiciones de costura y otras tareas similares! Si la mamá no era hábil, ¡pobre chica! A duras penas lograba terminar la larga tarea que se había impuesto y su obra se veía disminuida junto a los logros de sus compañeras que tanta habilidad, constancia y talento (un poco prestado) demostraban.

Claro que sí nos enseñaban y también aprendíamos. Conservo aún los muestrarios de puntadas, un mantel al punto de cruz que hice en el tercer grado, un juego de sábanas hecho no sé en qué grado, una cubierta de cama de un color un tanto raro, y un álbum con muestras de tejidos, incluyendo un juego de ropa de bebé en miniatura. El suéter que hice en la primaria y el vestido que fue el producto de la clase de corte y confección desaparecieron hace un montón de tiempo. El énfasis estaba en la perseverancia para completar obras que requerían horas y horas de dedicación y minucioso esmero.

Las clases con la Madre Carolina eran muy simpáticas. Solo una vez la vi disgustarse seriamente y hasta casi llorar de enojo. No estaba permitido el conversar, sino que debíamos escuchar la lectura de un libro que nos tomábamos turnos para leer. Allí escuché por primera vez las historias de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, y otras que he buscado sin éxito, pero que tenían lugar en un colegio de chicos en Wisconsin…

Creo que podría reproducir el cuarto de costura y volver a poner las máquinas de coser, las bancas, las sillas, los cajones y más detalles en el mismo lugar donde estuvieron en esas horas apacibles en que nuestras manos se mantenían ocupadas, y nuestra imaginación se marchaba de paseo quién sabe por dónde. Y todo en medio de susurros a escondidas.

Las máquinas de coser estaban junto a los ventanales, entrando hacia la izquierda de la puerta. Hacia la derecha estaban las bancas donde nos sentábamos a bordar, tejer y soñar… Y había un cajón muy grande que era mi asiento favorito. La Madre Carolina iba de una en una controlando nuestro progreso: que las puntadas fueran parejas, que los puntos del tejido no se "corrieran, " que el color adecuado se usara en tal o cual detalle de la costura o bordado, y que nuestras manos adquirieran la destreza que da solamente la práctica.

Me acuerdo con extraordinaria claridad los hermosos trabajos que las internas realizaban usando unas puntadas, deshilados, y unos estilos de labores que casi han desaparecido. Tenían mucho tiempo y relativamente pocas actividades permitidas para llenar las horas largas cuando no habían clases, pues la comida estaba lista, la ropa lavada y aplanchada, y el dormitorio limpio. Aparte de las labores de bordado, tejido y similares, poco tenían que hacer, pero desarrollaban estas habilidades al máximo.

La clase de costura era una hora apacible, llena de calma, silencio y, pensándolo bien, una de las más útiles y prácticas para la vida diaria. Así aprendí cosas tan básicas como pegar botones, hacer ojales, coser el dobladillo de una falda o un pantalón, que me han servido innumerables veces a través de una vida entera. Aprendí a tejer a palillos y en varios estilos y no puedo contar los suéteres que he hecho para mí y mis hijos cuando eran pequeños (después quisieron solo los de diseñadores). Lo he disfrutado muchísimo y este trabajo ha añadido un trasfondo de entretenimiento y relajación a mi tiempo libre.

viernes, 25 de junio de 2010

Himno del Colegio de los SS CC

¡Oh colegio, tus nobles blasones
son más claros y limpios que el sol!
Son divinos, son dos corazones,
y es una hostia que irradia fulgor.

Juventud y niñez femenina
que buscáis la verdad con ardor,
acudid a la escuela divina,
acudid a la escuela de amor.
Son maestros Jesús y María
y  su ciencia se arraiga en  la cruz;
el sagrado evangelio es su guía
y la fe es su norte y su luz.

En la urbe de fe ¡Tomebamba!
o ya en Quito, la excelsa ciudad
del Pichincha a los pies ¡Rumipamba!
o en la costa apacible del mar,
como nido de blancas palomas,
como templo y alcázar del Rey,
¡cuán airoso el colegio se asoma
centinela de Dios y su grey!

Versión completa tomada del libro de Víctor Manuel Albornoz sobre el centenario del colegio. Mayo de 2012.