sábado, 20 de marzo de 2010

Las ciencias y los experimentos

Generalmente las ciencias se enseñaban de una manera teórica, pero en cierto momento a alguien se le ocurrió en nombre del progreso establecer un pequeño laboratorio de química para que pudiéramos hacer algunos experimentos, utilizando el espacio que antes era dedicado a los pianos y la enseñanza de música.

Las cosas no iban muy mal. Me acuerdo hasta algunos términos que entonces llegaron a ser familiares aunque un tanto cómicos: probetas, tubos de ensayo, pipetas, retortas (para destilar), buretas, cristalizador, etc. La mera mención de algunas palabras nos provocaba una risa incontenible.

Nos creíamos medio alquimistas… Imagínense la posibilidad de mezclar dos substancias y mirar cómo cambiaban los colores y se producían olores extraños. Era muchísimo mejor que solo leer o que alguien nos contara sobre lo mismo. La física con sus palancas, poleas, imanes, etc., no era tan atractiva. ¡Y el miedo a las consecuencias de nuestros experimentos de principiantes, como una explosión! Para nuestros limitados conocimientos esta química era una especie de juego.

Como dije antes: todo iba bien, a pesar del riesgo inherente a estos simples trabajos. ¡Cuando pienso que nunca tuvimos gafas de protección, por ejemplo! Un buen día por un accidente (medio planeado) se produjo una mezcla sulfurosa, de un olor horrible, que se esparció por el salón de actos, unos minutos antes de cuando debía realizarse una reunión importante con la asistencia de todo el colegio. La reunión se retrasó o no tuvo lugar. Ese fue el fin de nuestra naciente carrera de científicas. ¿Se habrá perdido el mundo algún talento especial?

Lo que si aprendimos fueron los procesos de destilación y fermentación…. Pero eso es parte de otro capítulo.

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