lunes, 18 de enero de 2010

El "fiambre"

La palabra significa en este caso el dinero que nos daban nuestros padres para que pudieramos comprar una golosina durante o después de las clases, mientras caminábamos en dirección al almuerzo de familia.

¿Cuánto nos daban de fiambre? ¿Cuánto era considerado adecuado para que nuestros gustos infantiles y luego de adolescentes se satisfacieran sin “quitarnos el hambre” para la comida casera? A mi me daban 1 sucre al día y era considerado un buen fiambre. Algunas compañeras, en broma y en serio, creeían que yo debía compartir mis sucres que a veces hasta ahorraba para hacer una compra mayor. Claro que cuando la moneda nacional se cambió y los queridos sucres se esfumaron, junto con la temida inflación, se fue en gran parte la posibilidad de comparar o dar algún sentido a los precios y capacidad adquisitiva de los años cincuenta. Me acuerdo que un sánduche de “la gorda” cerca del Cenáculo costaba un sucre. Nunca me gustó la carne y no creo que nunca comí uno.

Nuestra parada obligada era una pequeña tienda en la esquina de San Sebastián. Vendían una variedad de golosinas, creo que más que nada dulces. Me gustaban las cocadas (que no tenían en realidad mucho coco) y que venían en varios colores y sabores.

Algunas chicas, y no quiero mencionar nombres, llevaban varios bocaditos al colegio que luego quedaban almacenados en el pupitre por varios días. Es un milagro que no tuviéramos una plaga cierta de ratones.

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