sábado, 23 de enero de 2010

Clases de francés

La Madre Stephanie, una francesa, era nuestra maestra de Catecismo en la escuela. Muy seria, estricta, de una disciplina a la antigua. ¿Se acuerdan de los exámenes de religión al fin del año? Qué lástima que no habían cámaras de video y a nadie se le venía a la mente tomar fotos de unos diseños entre teológicos y simbólicos que se hacían como una manera de representar y explicar ideas complejas durante los exámenes orales de religión a los que asistían nuestros padres.  Creo que si aprendí mucho sobre la religión, pero aún más que eso lo que me acuerdo fueron sus enseñanzas de francés.

Enseñarnos francés era una manera de premiar nuestro buen comportamiento. ¡Qué idea magnífica: convertir en premio apetecido lo que en realidad era una acitividad académica que mucha gente considera un esfuerzo! Desde luego que como yo asistí a los Sagrados Corazones solamente desde el quinto grado, estaba un poco atrasada en los conocimientos y me tomó trabajo alcanzar al resto de la clase. No sé sobre las demás, pero yo sí aprendí un montón de vocabulario que luego me sirvió cuando estudié francés en la universidad y tomé clases en la Alliance Française, y aún en la clase de Gramática Histórica en Cuenca, y otras materias similares en la Universidad de Indiana. Siempre me trajo el recuerdo de mis primeros contactos con una lengua extranjera, en una clase de catecismo,

Lo que no recuerdo es el texto de los poemas que nos hacían aprender a algunas de memoria y recitar para la madre superiora durante la repartición de las libretas de notas. Debe haber sido difícil memorizar algo que no se comprendía completamente.

Esto del francés nos distinguía de otros colegios en la ciudad. El colegio era después de todo, una fundación francesa (las monjas habían venido invitadas por el Presidente García Moreno para venir a educar a la niñez ecuatoriana), como lo atestiguaba una placa que estaba colocada sobre o al lado del portón principal de la propiedad del colegio. (¿Dónde habrá terminado esa placa?) 

La presencia francesa se notaba en la superiora, y en la Madre Martha, ecónoma del colegio, quien mantenía cuentas precisas de lo que debíamos pagar. La recuerdo como una verdadera dama, delicada, afectuosa, justa, y de maneras finas y caligrafía impecable.

Como homenaje a la madre superiora aprendimos a cantar La Marsellaise, toda en francés. No creo que la pueda olvidar. Está grabada en mi memoria. Hace varios años, en casa de una querida amiga, durante la sobremesa terminamos cantando el himno nacional de Francia con su hermana, su mamá y su tía, todas ex-alumnas de los SS CC.  Era un símbolo de una época y un lugar común a todas,  junto con las venias a la francesa y los saludos de "Bon jour, ma mère," "Bon soir, ma mère," y "Merci, ma mère."

No hay comentarios.: