sábado, 17 de abril de 2010

Las rifas de la Madre Superiora

¿Se acuerdan? Yo sí. Creo que aún conservo unos vestidos tejidos en crochet para muñecas (de unos 8 centímetros de alto) que "me sacaba" en las mentadas rifas. En una revista vi algo similar para usar como manoplas o agarradoras para los trastos calientes en la cocina. Como todo mi fiambre se gastaba en boletos, mis padres no estaban muy convenidos con la idea de esta rifa, pues consideraban que yo necesitaba comprar y comer unas golosinas en vez de los cachivaches que recogía en ella y traía a escondidas a casa. Pero a mí sí me gustaban estas rifas. ¿Dónde más iba a encontrar las cosas mitad antiguas, mitad absurdas que obtenía como premios? 

No sé si Ma Mer se entretenía el año entero recolectando o haciendo estas pequeñas cosas o en dónde las encontraba. Debe haber tenido un tesoro casi inagotable de tarjetas, medallitas, dijes, estampas, etc. Siempre había la esperanza de ganar algo bonito, pero los chances, como en toda lotería, eran uno en varios miles.

Cuando la Madre Superiora fue enviada a presidir otra comunidad las rifas desaparecieron. Para entonces yo también había crecido y esta actividad tan  peculiar había perdido su encanto, pero fueron tan divertidas mientras duraron. Varias décadas más tarde, aún las recuerdo con especial nostalgia.

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